Reconozco que nunca he rezado con mucha frecuencia, me parecía difícil y aburrido. Un día aprendí que rezar podía consistir simplemente en hablar con la Virgen como una niña pequeña, como las dificultades de mi día a día no paraban de crecer, comencé a frecuentar esta forma de rezar tan peculiar, lo cual tubo su fruto de manera inmediata y empezaron a llegar diferentes ofertas de trabajo, incluso mi marido sorprendido me pedía que le enseñara a rezar como niño pequeño.
Ahora trabajo en el departamento de limpieza de una gran universidad y cuando puedo le cuento mi secreto a mis compañeras y compañeros “rezar como niños pequeños”.
Miriam – Madrid