Camila es una madre joven con cuatro hijos pequeños, sus mañanas son como todas las familias numerosas: levantarse, desayunos, uniformes, peinarse, carteras y salir corriendo al colegio para ir dejando a los pequeños en sus respectivas clases.
En este ir y venir para no llegar tarde, su hijo de 4 añitos, Saúl, detiene a diario sus pasos presurosos ante la imagen de la Virgen que se encuentra en el patio del colegio. Una vez que el niño ha frenado en seco el ritmo frenético de la mañana y sin tener muy en cuenta los respetos humanos se arrodilla ante dicha imagen mientras a voz en grito le ordena a su madre “¡espera que voy a decirle algo!
De esta forma tan espontánea un niño de 4 años nos recuerda lo que es realmente importante por las mañanas:
PARARSE ANTE LA VIRGEN PARA DECIRLE ALGO
Madrid