Filiación, obviamente, nos habla de ser hijos; y, filiación divina, nos habla de ser hijos de Dios.
Es una realidad gozosa que manifiesta que Dios nos quiere entrañablemente: “meus est tu, Ego hodie genuit te”.
En su origen, según el relato Yawista del Génesis, el hombre y la mujer fueron creados adultos; por su parte, el relato Eloista se fija en la igual dignidad del hombre y la mujer, aunque sugiriendo campos que señalan ámbitos complementarios: mundo para el hombre, familia para la mujer. El presente en manos de Adán, el futuro en manos de Eva.
Todo esto aún no indica nada sobre la relación entre infancia y filiación si se considera la infancia como una etapa de la vida, que toda persona vive y toda persona deja atrás. El punto importante que hemos de considerar es que no deberíamos dejar de ser niños, porque “si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos”.
Es difícil, al menos para mi, que juego a ser mayor, presentarme delante de la Virgen, imaginarme que estoy en su regazo y que acariciandome el pelo le cuento mis problemas, mis anhelos.. Pero créeme cuando esto pasa me siento genial. Feliz!
Leo: “La primera verdad que nos enseña nuestro cuerpo es que SOMOS HIJOS. Tenemos nuestro origen en otro, en EL OTRO. El AMOR existe primero en Dios. Nuestro Amor es segundo. Ese Amor nos da una singularidad especial. Soy una PERSONA HUMANA, soy hombre, porque Dios me ha pensado así. ¡¡NO SOMOS HUERFANOS!! El hombre de hoy no se siente hijo, quiere ser ADULTO. Que importante es redescubrir EL SENTIDO FILIAL DE LA VIDA CRISTIANA Y DEL AMOR”.
Yo añado: ¡¡QUE IMPORTANTE ES DESCUBRIR LA INFANCIA ESPIRITUAL!!
Hoy, día de mi cumpleaños, leo el Evangelio de la misa y me dice:
Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14.
“En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?”.
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: “Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.”
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.”
Y yo digo: ¡¡QUE FÁCIL ES DESCUBRIR LA INFANCIA ESPIRITUAL CUANDO LA VIRGEN NOS ENSEÑA A SER HIJOS EN TANTOS ACONTECIMIENTOS DEL DÍA!!
DICE SAN JOSEMARIA SOBRE LA INFANCIA ESPIRITUAL: “Al considerar ahora mismo mis miserias, Jesús, te he dicho: déjate engañar por tu hijo, como esos padres buenos, padrazos, que ponen en las manos de su niño el don que de ellos quieren recibir…, porque muy bien saben que los niños nada tienen. Y ¡qué alborozo el del padre y el del hijo, aunque los dos estén en el secreto! (Forja, 195)
La vida de oración y de penitencia, y la consideración de nuestra filiación divina, nos transforman en cristianos profundamente piadosos, como niños pequeños delante de Dios. La piedad es la virtud de los hijos y para que el hijo pueda confiarse en los brazos de su padre, ha de ser y sentirse pequeño, necesitado. Frecuentemente he meditado esa vida de infancia espiritual, que no está reñida con la fortaleza, porque exige una voluntad recia, una madurez templada, un carácter firme y abierto.
Piadosos, pues, como niños: pero no ignorantes, porque cada uno ha de esforzarse, en la medida de sus posibilidades, en el estudio serio, científico, de la fe; y todo esto es la teología. Piedad de niños, por tanto, y doctrina segura de teólogos”
ENSEÑANZA DE LA NAVIDAD: Ser pequeños para crecer en el conocimiento de la filiación y del AMOR.
Si Dios se hace NIÑO, sólo desde el mayor de los anonadamientos es posible conocer su intención y lo que significa para cada uno de nosotros. Dios, con su Encarnación, nos enseña a relativizar aquello que condiciona nuestra libertad y nos recuerda que sólo siendo niños seremos capaces de crecer hacia el conocimiento de lo que somos (hijos de Dios), nuestro verdadero origen (el amor de Dios) y nuestro último destino (la verdadera felicidad de la que nada ni nadie podrá arrebatarnos… y para siempre).
Apunte de San Josemaría sobre la Navidad: “Y si no puedo coger a Cristo y abrazarlo contra mi pecho, me haré pequeño. Esto si que podemos hacerlo. Me haré pequeño e iré a María. Si Ella tiene sobre su brazo derecho a su Hijo Jesús, yo, que soy hijo suyo también, tendré allí también un sitio. La Madre De Dios me cogerá con el otro brazo, y nos apretará juntos contra su pecho y nos ayudará a recobrar la vida cuando lo necesitemos, llenándonos de tantos consuelos y de tanta fortaleza como necesitamos.”.
AL COMENZAR EL AÑO, EN LA FIESTA DE LA VIRGEN MADRE DE DIOS. Nos dice San Josemaría: “Te aconsejo que hagas, si no lo has hecho todavía, tu experiencia particular del amor materno de María. No basta saber que Ella es Madre, considerarla de este modo, hablar así de Ella. Es tu Madre y tú eres su hijo; te quiere como si fueras el hijo único suyo en este mundo. Trátala en consecuencia: cuéntale todo lo que te pasa, hónrala, quiérela. Nadie lo hará por ti, tan bien como tú, si tú no lo haces”.
¡¡Nuestra Madre es la Reina de nuestra Infancia!!
San Francisco de Sales dice: “‘Si no os hacéis sencillos como niños, no entraréis en el reino de mi Padre’ (Mt 10, 16). En tanto que el niño es pequeñito, se conserva en gran sencillez; conoce sólo a su madre; tiene un solo amor, su madre; una única aspiración, el regazo de su madre; no desea otra cosa que recostarse en tan amable descanso. El alma completamente sencilla sólo tiene un amor, Dios; y en este único amor, una sola aspiración, reposar en el pecho del Padre celestial, y aquí establecer su descanso, como hijo amoroso, dejando completamente todo cuidado a Él, no mirando a otra cosa sino a permanecer en esta santa confianza”.
YO AÑADO A ESTAS ÚLTIMAS LÍNEAS, QUE EL AMOR DE DIOS NOS REGALA EL AMOR A LA REINA DE LA INFANCIA ESPIRITUAL Y QUE DESEAMOS REPOSAR TAMBIÉN EN EL PECHO DE NUESTRA MADRE, PARA DESCANSAR Y ABANDONARNOS CON TOTAL CONFIANZA