
Un día en clase un profesor nos hizo una pregunta ¿quién de vosotros ha consumido alguna vez pornografía?, esa pregunta me estremeció, en ese instante empecé a recordar las horas que había empleado en ver por internet pornografía. El profesor nos explicó el daño que nos hacía las imágenes pornográficas en nuestra vida.
Nunca me había planteado el gran daño que hacía esta costumbre tan habitual de mandar whatsapp o abrir páginas con contenido pornográfico. En mi entorno todos vemos estas imágenes, amigos, hermanos, primos, compañeros de clase, incluso mis amigas se ríen de determinadas escenas.
Al terminar la clase, no dudé un momento en salir detrás de mi profesor para confesarle mi error, mi justificación era la siguiente: he pasado mucho tiempo solo en casa, mis padres nunca estaban, empecé porque me saltó un anuncio y la curiosidad me picó, y de esta forma comencé a consumir hasta que me volví adicto.
Mi profesor me comprendió perfectamente, me transmitió que no pasa nada que podía volver a comenzar de nuevo, pero me veía sin fuerza de voluntad, el acceso es muy sencillo a través del móvil, en el ambiente mucha presión en los grupos de amigos el 90% de la información que circula es pornográfica. Pero mi profesor nunca dudó en que lo conseguiría.
Para ello me entregó una imagen de una Virgen llamada Reina de la Infancia Espiritual y me pidió que cuando llegara la tentación la rezara como un hombre pidiendo la fuerza de un niño.
Esto ocurrió hace dos meses y no he vuelto a consumir productos pornográficos, para ello me he salido de grupos de whatsapp, he bloqueado a amigos, el teléfono lo dejo en el salón antes de irme a dormir.
Reconozco que la Reina de la Infancia Espiritual me ha dado la fuerza que necesitaba.